PABLO LÓPEZ RIOBOO
Esa tarde que pese al descastado comportamiento de las reses traídas de Salamanca no defraudó al aficionado que gusta de saborear todos y cada uno de los aspectos de la lidia.
Llegaba a Sevilla uno de los carteles estrellas del abono hispalense, tres figuras de contrastada carrera y una ganadería de vitola, para una tarde que se presuponía de torero grande. Esa tarde que pese al descastado comportamiento de las reses traídas de Salamanca no defraudó al aficionado que gusta de saborear todos y cada uno de los aspectos de la lidia.
Todo aficionado sabe que los animales herrados con los dos hierros de la casa Hernández son toros que no destacan por su entrega en los primeros tercios de la lidia, suelen salir abantos y con poca fijeza, y una vez pasado por el fielato de varas, no son fáciles de lidiar, pero que sin embargo se van calentando hasta romper en la muleta. Pero para que los toros rompan en la muleta de los espadas, primero tiene que haber un picador que sepa administrar el castigo idóneo al animal y posteriormente unos banderilleros que sepan enseñar al toro y conseguir potenciar sus virtudes. Eso pasó en la tarde de hoy, en una corrida con tan poca raza y tantos kilos fue esencial la labor de los picadores, esos denostados por algunos aficionados por tener que picar a las denominadas Corridas de Figuras.
En el festejo de hoy hay que destacar a un picador por encima del resto, un hombre de saga varilarquera, un torero que hace poco cambió de las filas de alicantino Manzanares por la del madrileño Julián López ‘El Juli’, un picador que lleva por nombre José Antonio Barroso, y que en la tarde de hoy se volvió a reivindicar como figura consagrada, primero por saber los terrenos que pisaba, segundo por hacer la suerte como mandan los cánones y tercero por dejar dos varas medidas y en la yema. Un picador que hoy volvió a dar una clase magistral de como picar a los toros, esa que supo realizar ante el mejor animal del encierro, un toro franco y de alegre arrancada hacia el caballo Deseado.
Saber lidiar un toro es otro aspecto fundamental de la lidia, para primero enseñar al toro a embestir y segundo para ahormar dicha embestida, eso le pasó a José María Soler, un banderillero que hoy en Sevilla supo acrecentar las virtudes de un animal al que su nivel de raza rayaba la reserva. Le abrió los caminos, lo lanceó con suavidad, le anduvo hacia atrás para acrecentar la confianza del astado, y si todo eso fuera poco midió los capotazos, llevó a su aire, sin obligarlo y todo con un orden primoroso. Ya sabemos por qué va a las ordenes de quien va.
Por último para cerrar esta crónica de plata no puedo olvidarme de los banderilleros, hoy en Sevilla sobresalió un torero de Málaga que como ya es habitual en el coso sevillano vuelve a salir montera en mano a saludar tras un tercio de banderillas impecable. Hoy destacó por dos pares de gran pureza y verdad ante un toro de Garcigrande nada claro, dos pares de de gran exposición y riesgo, ante un animal que siempre midió al torero, de ahí el valor doble de una actuación de figura de los de plata. Una vez más Trujillo dejó bien claro por qué ocupa ese lugar de privilegio entre los toreros de plata.
Una tarde sin duda de gran contenido artístico, en el que estos tres toreros destacaron en una tarde nada fácil, un festejo que gracias a la sapiencia y el buen hacer de estos toreros ayudó a dotar de contenido un festejo que iba cuesta abajo y sin frenos debido a la mansedumbre de una corrida basta y regordía del hierro salmantino.
Añadir comentario