Finito, Padilla y Manzanares se reparten un total de nueve orejas y un rabo en una tarde de gran toreo ante una interesante corrida de Juan Pedro Domecq.
Juan Serrano «Finito de Córdoba” –que sustituía al lesionado Cayetano Rivera-, Juan José Padilla y José María Manzanares conformaban el cartel de la Feria de agosto en la localidad gaditana de Sanlúcar de Barrameda. A las siete de la tarde daba comienzo el paseíllo con la corrida de Juan Pedro Domecq en toriles.
La terna, el ganadero y el público salieron satisfechos de lo vivido hoy en la plaza de El Pino. Finito destapó el tarro de las esencias y regaló una tarde de suma elegancia y pureza, Padilla fue fiel a lo que siempre ha sido, derrochó entrega y pundonor en una tarde importante para él, torear en casa te carga de una mayor responsabilidad. Manzanares demostró que sigue atesorando eso que le colocó en figura, una muñeca prodigiosa y un empaque fuera de toda duda, por su parte Juan Pedro Domecq salió satisfecho por el buen juego de su corrida, todo ello hizo que el respetable saliera de la plaza reconfortado y contento por lo visto y vivido.
Tuvo gran nobleza y dulzura en sus embestidas el precioso primero. No pudo estirarse Juan a la verónica ya que la tendencia del animal era salirse suelto. La faena tuvo cadencia y suavidad, los muletazos fueron largos y profundos, el de Juan Pedro era agradecido y pese a estar muy justito de fuerzas su fondo de raza le hacía venirse arrida. Tuvo más transmisión y acometividad el animal por el pitón derecho, donde el cordobés dibujó muletazos de bello trazo. Por el izquierdo era más tardo el animal, le faltaba esa chispa y esa acometividad que si tenía por el otro pitón, aun así Finito dibujo naturales con un sabor especial. Los trincherazos y pase de pecho tuvieron la marca de la casa. El cierre de faena tuvo elegancia, tres muletazos bastaron para culminar una bonita obra. Tras una estocada casi entera paseó la primera oreja de la tarde.
Su faena al cuarto siguió la línea marcada en el toro anterior, gusto, empaque y torería fueron las claves para conjuntar una faena de bello metraje. Al igual que su hermano que hizo primero, apenas le dejó a Finito mecerse con la capa. Ya en el tercio de muleta el de Juan Pedro empezó a derrochar embestidas con clase y ritmo, cierto es que le faltó mayor acometividad al animal, pero las embestidas que llevaba dentro, y alguna más, fueron aprovechadas por un inspirado Finito. Volvió el de Córdoba a abandonarse en muletazos hasta el final, con la cintura partida y mentón en el pecho, brotaron largos y despaciosos los naturales, tuvieron enjundia los cambios de mano, de inmensa torería fueron los derechazos, el de Córdoba estaba disfrutando delante de la cara de un animal con franqueza y nobleza en sus arrancadas. Labor de sumo gusto y personalidad de un entregado y torero Finito, está en un momento de madurez plena y eso se nota en la plaza. Tras una gran estocada cortó el doble trofeo.
Fue devuelto el segundo de Juan Pedro en el tercio banderillas, antes Padilla lo había recibido con tres largas de rodillas y un reposado saludo capotero. El sobrero de Juan Pedro, alto y feúco tuvo la virtud de la movilidad y la nobleza, pero el hándicap de su falta de humillación. El jerezano sin embargo lo cuajó en una labor templada y enrazada ante un animal que se movía con temple y clase. Todo se lo hizo a media altura, no quiso exigirle, todo a favor de un animal agradecido, con el que conectó desde un principio. Cerro la faena por Bernardinas, el público estaba entregado y tras una gran estocada paseó las dos orejas y el rabo en reconocimiento a una actuación de total entrega.
Manso y sin raza, muy deslucido resultó el quinto. Lo recibió con templadas verónicas, meciendo el capote con gusto y despaciosidad. Volvió a demostrar Padilla que se encuentra como pez en el agua con los rehiletes, ejecutando un vistoso tercio de banderillas. Tuvo que tirar de valor y raza el jerezano, faena muy meritoria, en la que consiguió sacarle al descastado animal muletazos que nadie sabía que tenía dentro. Porfió el jerezano ante un animal rajado y de medias arrancafdas hasta conseguir meterse al público en el bolsillo. Cerró con un arrimón y un posterior desplante rodilla en tierra. Tras pinchazo y estocada cortó las dos orejas.
Faena elegante la que conjuntó Manzanares al pastueño y enclasado tercero. Volvió a destacar Curro Javier con las banderillas, quizás no fue su tarde más brillante, pero el público quiso premiar su labor haciéndolo saludar montera en mano. El de Juan Pedro llegó justito de gas a la muleta, Manzanares como es habitual en él fue ahormando al toro, las primeras series fueron de tanteo, sin exigirle al animal, para más tarde ir poco a poco haciéndole romper hacia adelante. El de Juan Pedro se ralentizaba en sus embestidas, lo hacía a cámara lenta, y José Mari lo toreó con las yemas de los dedos, acarició cada embestida, supo amoldarse al animal, hubo muletazos al ralentí, vaciando al toro detrás de la cadera en series cortas pero de una gran belleza. Por el izquierdo el animal tendía a quedarse corto y sus embestidas carecían de transmisión, por lo que Manzanares desistió de seguir por ese pitón. Faena de suma elegancia, donde en varias fases de la misma llegó a parar el tiempo, toro y torero se acoplaron en una obra de gran empaque y despaciosidad. Tras una media estocada en buen sitio paseó una oreja, pese que el público pidió insistentemente el doble trofeo.
Una oreja le cortó Manzanares al desrazado sexto, un animal que se movió con son en el capote del alicantino pero que en el tercio de muleta desarrolló ciertas complicaciones. Manzanares tiró de raza y oficio para sobreponerse a las cambiantes embestidas del toro. El de Juan Pedro tenía acometividad pero carecía de clase, siempre con la cara a media altura. Lo mejor vino al principio de la faena, dos series en las que Manzanares consiguió llevar largo al animal, sin dejarse atropellar la muleta, pero fue un espejismo, ya que conforme avanzó la faena el toro empezó a quedarse corto y a reponer.
Finalizó un festejo exitoso, nueve orejas y un rabo en una tarde de toreo caro, Finito puso la elegancia, Padilla fue todo pundonor y entrega, mientras que Manzanares paró el tiempo en dos tandas de suma despaciosidad.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de Sanlúcar de Barrameda, Cádiz. Corrida de toros, más de dos tercios de plaza
Seis toros de Juan Pedro Domecq, desiguales de presencia y de buen juego en general. Noble y con son aunque justo de fuerzas el precioso primero, con movilidad pero falto de humillación el manejable segundo bis, con temple y clase el pastueño tercero, con nobleza y clase el buen cuarto, manso y desrazado el rajado quinto, de cambiante y desrazada embestida y cierraplaza
Juan Serrano «Finito de Córdoba” (Pizarra y oro), oreja y dos orejas.
Juan José Padilla (Celeste y oro), dos orejas y rabo y dos orejas.
José María Manzanares (Catafalco y oro), oreja y oreja.
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