TEXTO: Pablo López Rioboo – FOTOS: Arjona
Garcigrande volvió a pegar en la Maestranza, una divisa que hoy con el otro hierro de la casa, Domingo Hernández, volvió a dejar claro el lugar que ocupa. Tres toros interesantes, si me apuras cuatro, ya que el quinto acusó una fuerte voltereta que le mermó en su condición. Segundo, tercero y sexto fueron tres animales de clase, humillación y entrega que pasaremos a definir. Como toda la tarde molestó mucho el aire y eso sabemos que para templar a los toros de clase se hace muy complicado.
‘Cuarenta’ llevaba por nombre el segundo, toro de celebre resta en la casa, originario de lo que Domingo comprara a Juan Ortega. Un animal con nobleza y buena condición, mejor por el lado derecho. De salida se fue tras los vuelos por ambos pitones, embistiendo y humillando con clase. Peleó con bravura en el peto, llegando a derribar al picador. Mantuvo virtudes en los quites de los espadas, pero en la muleta no aguantó como se esperaba. Por el derecho se ralentizó en una primera serie sencillamente cumbre. En las siguientes series tuvo embestidas nobles pero irregulares, picando por dentro a partir del tercer muletazo. Le faltó mayor entrega y regularidad por el lado izquierdo. Acabó parándose.
El que hizo tercero llevaba por nombre ‘Polizón’, fue un animal que tuvo un interesante pitón izquierdo. Un ejemplar que pedía ir siempre enganchado, siendo su embestida así más profunda. El de Domingo Hernández era toro de caricia, todo había que hacérselo suave, llegando incluso a irse tras los vuelos haciendo el avión. Por el derecho tuvo nobleza pero menos finales. Toro que pecó por momentos de falta de fuerzas y chispa en sus embestidas, pese a ello la forma de colocar fue de esas de entrega total. Un animal que se rebosaba del muletazo cuando le cogías la distancias y las alturas.
El sexto fue un toro con profundidad y entrega a derechas que llegó a la muleta humillado y queriendo todo por abajo. ‘Talador’ de nombre. Animal que se fue a los vuelos en las primeras series a derechas, a más sometimiento mayor entrega del animal. Mejor en la media distancia. Un toro que tuvo unas veinte arrancadas de revolución, de esas que llevan el triunfo en el pitón. Por el izquierdo se quedó muy corto. Un ejemplar que pedía suavidad y que lo llevarán sometido pero se acabó aburriendo y apagando como una velita.
El quinto de la tarde sacó temple y buen son de capote, empleándose en una primera vara y casi ni siendo castigado en la segunda. Tuvo virtudes el animal, como la nobleza y el temple, pero le faltaba ese final del muletazo, amén de la emoción que da entrega. Su embestida fue a menos, con mejores inicios que finales. Su justeza de poder – la voltereta antes de entrar al caballo lo mermó mucho–le lastró a la hora de embestir en la muleta. Acertó Julián en alturas y distancias para acrecentar y alargar los muletazo
El primero de la tarde fue un toro de los Espartales noble pero medido de raza. Un animal que de salida le costó emplearse. En banderillas sacó temple en el toreo a dos pistas, ahí mantuvo un galope sostenido. Sin embarque tendía a esperar y salirse de la suerte en la batida. Toro con movilidad que pese a salir con la carta a media altura y evidenciar que no iba a estar sobrado de raza no se rajó.
El cuarto de la tarde, segundo de rejones, fue un toro con galope, chispa y transmisión de salida. Tuvo también la virtud de la templanza. Toro pronto y con fijeza pero que acabó perdiendo celo y empuje, pero que siguió manteniendo la nobleza y la fijeza que evidenció durante toda su lidia.
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