PABLO LÓPEZ RIOBOO
Saber torear a caballo es algo que el buen aficionado aprecia y valora, eso lo hizo un gran Chocolate…
Sevilla abría sus puertas un nuevo Domingo de Resurrección para albergar la corrida de las corridas, un festejo de fuste en el calendario taurino.
Saber torear a caballo es algo que el buen aficionado aprecia y valora, eso lo hizo un gran Chocolate al segundo de la tarde, dos puyazos impecables por colocación y torería, esa que no solo se precisa para torear a pie. Toreó a caballo y eso hoy en día se agradece, es un elemento importante de la fiesta. Se fue ovacionado al igual que Sergio Molina por dos varas sin demasiado castigo, que apenas hicieron sangre en el lomo del melocotón tercero al que se le cuidó en varas -como a toda la corrida-.
Con los palitroques se la jugaron Carretero y Araujo en el abreplaza, un toro con carbón de Cuvillo. Rafael Rosa dejó dos pares de merito en el tercero, cuadró en la cara en dos sendos pares de gran valor. Saludó montera en mano, Sevilla se lo supo reconocer.
Meció la capa con mimo Suso al segundo, corriéndole hacia atrás y abriéndole los caminos. Colocó al Cuvillocon tan solo un capotazo. Por su parte la lidia de Juan José Domínguez al tercero fue a tener en cuenta, pulcro, aseado y con exquisito temple supo darle al animal lo que pedía, siempre bien colocado, sabiendo entender lo que pedía su matador con tan solo una mirada.
Tarde rica en matices la corrida de hoy, para aficionados que buscan en el primer y segundo tercio importantes suertes de la lidia que no deben perderse. El sentido de la medida, ese que pudo apreciarse hoy el el albero sevillano, ese que le da sentido a este arte tan magno e irrepetible.
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