Antonio Ferrera, Miguel Ángel Perera y Daniel Luque componían, este 29 de septiembre, la décima de abono desde La Maestranza, un festejo en el que se lidiaba un encierro con el hierro de Fuente Ymbro. A las seis arrancaba el paseíllo.
Ya lo decía Rafael Gómez Ortega ‘El Gallo’. «Lo que no pué ser, no pué ser, y además es imposible». En este pleonasmo quería rematar una redundancia: si una cosa no puede ser es que no puede ser, pero si existiera la más mínima posibilidad de que pudiera ser, en ese caso, sería imposible. Pues así se puede definir la tarde de hoy. Ya se escuchaban los primeros comentarios por los aledaños de la plaza horas antes del festejo. «A Sevilla no pueden venir toros con estas hechuras y estos pesos, así luego los toros se paran y se aburre el personal» . En un corrillo de aficionados junto al bar Taquilla dos señores hablaban del toro de Sevilla. «Aquí hay que traer el toro de toda la vida, el de las caras pa lante, el bajito, serio pero con armonía, ese que tú lo ves y se te viene a la cabeza esta plaza» . Dos horas después se consumaría el fracaso, ese que no habían podido evitar ni autoridad, ni veterinarios ni ganadero tiempo atrás en la elección de la corrida. No gustaron ni las formas ni el fondo de una corrida que echó al traste las ilusiones de todos los que vinieron hoy a la Maestranza. Un festejo que sólo dejó ver el momento por el que pasa un Luque que ve toros en todos lados. Metió en el canasto a base de valor y conocimiento al único Fuente Ymbro que se movió. Una movilidad que tapó en cierta manera las carencias del manso animal. Esas carencias que se le vieron a un desconectado y plano Ferrera. Hoy deambuló por el ruedo sevillano sin un rumbo fijo. Estuvo pero no estuvo, hoy no fe ese torero que tuvo a Sevilla rendida a sus pies. Esa Sevilla que tampoco pudo disfrutar del toreo en plenitud de un Perera que se topó con un lote vacío de Fuente Ymbro. El extremeño como sus compañeros veía como pasaba en blanco su segundo paseíllo del serial. Sin forma y sin contenido, el desencanto se veía en los rostros de una terna que lidio una corrida impropia de Sevilla. El gusto de esta plaza es muy personal, difícilmente extrapolable a otras de su misma categoría. La idiosincrasia de esta ciudad y de su afición le hacían tener un tipo de toro diferente al resto. Una pena que tanto hoy como días pasados no se esté teniendo en cuenta. «El toro de Sevilla a muerto», se comentaba a la salida de la plaza. La corrida de hoy más propia de Madrid en el mes de octubre que de esas que se escogen con mimo para la Maestranza, dejó a las claras una cosa, el buen gusto parece que ya es cosa del pasado, y lo peor es que ya hay gente que aplaude hasta a los bueyes de carreta.
De más de 600 kilos fue el primer Fuente Ymbro de la tarde, un aninal con nobleza pero muy agarradito al piso, un toro que no empujó tras las telas de un Ferrera que no llegó a conectar con los tendidos. Toro que embistió con cierta transmisión en las tandas iniciales, pero de forma desigual. Ferrera se lo sacó al centro del ruedo, allí le ofreció la media distancia para aprovechar las inercias del animal. Cuando el astado las perdió sacó a relucir cierta sosería, no perdiendo su nobleza pero acusando en cierta manera el exceso de kilos. Faena plana, la cual como dijimos nunca tomó vuelo. Tras un pinchazo y una estocada en el ‘Rincón de Ordoñez’ fue silenciado.
No tuvo opciones Perera con el noblón y sosito segundo, un aninal que ya desde salida salió sueltecito, y al que recibió el extremeño por templados delantales. Un toro que se dejó la poquita raza que tenía en el caballo. Se desmonteró Javier Ambel por un gran segundo par. Animal que tuvo como virtud la prontitud y la fijeza, pero el cual andaba muy justo de fuerzas. Anduvo pulcro y templado un Perera que nunca pudo exigirle al astado. Jugó con las alturas y las distancias para intentar acrecentar las ganas de embestir del de Fuente Ymbro, pero el animal ya andaba muy desfondado. Mató de estocada caída y escuchó palmas.
Interesante fue la labor de Daniel Luque ante el tercero, un toro con carbón y transmisión pero de mansa condición. Dejó el de Gerena un templado saludo a la verónica en el que sobresalieron tres de una gran lentitud, se gustó y gustó a unos tendidos entregados a su cadencioso toreo de capa. Ganándole terrero al animal bordó el toreo, muñecas y cintura, compás y templanza. Lo llevó por chicuelinas al jaco en un quite muy torero. Lances de mérito al vencerse siempre el toro por el izquierdo. Inició en el tercio con muletazos en una baldosa. Apostó siempre por darle distancia a un ejemplar que siempre se tapó con su movilidad. Mantuvo esa embestida vibrante pero ayuna de clase. Tuvo temperamento, motor, casta, pero ninguna entrega. Toro muy de público, y con el que Daniel tuvo que hacer un esfuerzo grande. De embestidas desordenadas, siempre a oleadas y con querencia a tablas. Lo consistió mucho Daniel jugando con las alturas y siempre dando toques fijadores y empapándolo de muleta. El de Ricardo tuvo embestidas dispares, unas humilladas y otras a media altura, las cuales siempre tuvieron que ir dominadas por una muleta muy poderosa. La espada le privó del corte de la oreja. Se atascó con el verduguillo, sonó un aviso y saludó desde el tercio.
La tarde volvió a sumergirse en el tedio con el cuarto, un animal que nunca quiso romper hacia adelante y con el que nunca llegó a confiarse Ferrera. Por el derecho todo hubo que hacérselo a media altura, por el izquierdo no pasaba. Faena plana, de escaso contenido en la que el extremeño se vio obligado a abreviar. No estuvo nunca a gusto en la cara de un animal de incierta condición. Sevilla ya es historia, le espera Madrid. Tras dejar una media estocada fue silenciado.
No tuvo tampoco suerte Perera con el descastado y manso quinto, un animal que ya desde salida evidenció su agrio comportamiento. Pasó sin emplearse en el caballo para llegar manseando al tercio de banderillas. Ahí se resguardó en tablas, poniéndoselo muy dificil a una cuadrilla de Perera a la que nunca le llegó el agua al cuello. Fe de ello la gran actuación de un Curro Javier que saludó montera en mano tras dos pares de enorme exposición. Asomándose al balcón, marcando los tiempos y clavando de abajo hacia arriba. Le quitó rápidamente Perera las querencias sacándoselo al centro del ruedo. Por ahí lo templó en muletazos muy pulseados, siempre a media altura. Por el derecho consiguió que se deslizara en un par de ocasiones pero el toro ya estaba decidido a tirar la toalla. A zurdas siempre vino dormidito, pitón por el cual no se dio coba. Su labor fue silenciada tras pasaportar al animal.
El sexto fue otro animal basto y fuera de tipo, un astado bajo de casta con en que Luque solo pudo justificarse. Se movió en los primeros tercios el de Ricardo Gallardo, embistiendo siempre a media altura y sin emplearse. Apostó Daniel por el toro pese a atisbarse su nulo juego. Iba y venía el astado sin emplearse, siempre muy montado y sin mostrar celo alguno. Firmeza sin toro del de Gerena, vacío de casta el de Fuente Ymbro. Luque andaba que se lo llevaban los demonios, ¡qué falta de casta!. No le dejó darle ni uno. Tras pasaportarlo fue silenciado.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de la Real Maestranza de Sevilla. Décima de abono. Corrida de toros. En torno a media entrada del aforo permitido.
Toros de Fuente Ymbro. Desiguales de presentación dentro de un encierro con toros viejos, alguno rozando los seis años, grandes y bastos, la antítesis del toro sevillano. Noble pero muy agarrado al piso el grandón y basto primero; de noble embestida el soso y apagado segundo; de engañosa movilidad el encastado pero manso tercero; sin raza ni clase el parado cuarto; apagado y sin celo el mansurrón y falto de raza quinto; sin ritmo ni clase el parado sexto.
Antonio Ferrera: Silencio en ambos.
Miguel Ángel Perera: Palmas y silencio.
Daniel Luque: Ovación con saludos tras aviso y silencio.
INCIDENCIAS: Saludaron Javier Ambel en el tercero y Curro Javier en el sexto.
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