PABLO LÓPEZ RIOBOO

Se lidiaron novillos de El Parralejo para un maduro Álvaro Lorenzo, un Ginés Marín templado y un enrazado Pablo Aguado que dejó detalles de muchísimo gusto

Pisaban el albero de Sevilla tres toreros punteros del escalafón. Trenzaban el paseíllo para entregar su alma torera a la plaza que todos sueñan. Tocó el cielo Lorenzo en una tarde de madurez y rotundidad, rozó un triunfo que se había ganado, que se le escapó como arena entre los dedos debido a su fallo a espadas. Rozó Marín la oreja en Sevilla, esa misma que cortara el pasado curso. Tuvo Aguado una tarde de máximo compromiso, era su casa y dio la cara, pese a que su lote fue el menos importante pudo dejar constancia de sus aptitudes. Finalmente tocó el cielo la divisa de El Parralejo, pese a no lidiar un encierro de nota si se pudieron ver cosas positivas, las embestidas de ese cuarto novillo valen tantos días de esfuerzo y trabajo, es una satisfacción para los que trabajan en esta divisa.

Lorenzo tiene todo para funcionar en el toreo, cabeza, temple, valor… A su primero lo exprimió primero lanceando de capa y luego rompiendo al animal en series por el derecho de enjundia y capacidad. Por el izquierdo el novillo acusó problemas en la vista. Brotaron largos los derechazos, toreó con gusto ante un animal noble y con clase. La estocada puso en su mano la oreja.

En el cuarto fue capaz de estar a la altura de un novillo importante. Lo sometió ya con la capa, verónicas de fino trazo rematadas con una media al ralentí. Su faena de muleta fue impecable, ni un tirón, ni un muletazo a destiempo, todo medido. Hizo crujir a la maestranza en series por ambas manos, el animal embestía al ralentí, con un ritmo amexicanado, un animal bravo de verdad, gateó el animal, redujo la velocidad de su embestida, agradecido cuando se le sometía de verdad. Naturales detrás de la cadera, durmió los muletazos, al ralentí brotaron. Derechazos hondos, se los llevó detrás de la cadera. Toreó para él, soñó el toreo, pero incomprensiblemente la banda no tocó, lo que iba camino de un triunfo se truncó en la suerte suprema. Rozó el cielo con la yema de los dedos, se le fue como arena entre los dedos. La obra queda ahí.

Hoy Marín volvió a dar un toque de atención. Mece el capote con gran compás, domina cualquier suerte capotera, tiene el toreo en la cabeza. A su primero le recetó una faena de fantasía e inspiración. De rodillas en los medios le enjaretó una serie de suma despaciosidad, largos volaron los muletazos ante un animal que tomó con clase la muleta. La faena bajó algo por el izquierdo debido a la condición del novillo. Faltó continuidad por ese pitón, todo lo puso él, los naturales pese a ser de uno en uno tuvieron magisterio. Dio una vuelta al ruedo tras petición.

El quinto, manso y desclasado fue una piedra de toque importante. Demostró que también sabe sobreponerse al malo. Citó siempre de frente, le tragó mucho e incluso le robó muletazos que ni el toro creía que tenía. Labor muy seria de Ginés en este quinto.

Aguado llegaba a Sevilla con la meta del triunfo, ese no se dio pero si volvió a mostrar sus credenciales. Si algo define a su toreo es la improvisación, es decir, busca darle a cada faena un aire distinto. A su primero, un animal con nobleza y calidad, pero rajado, consiguió al hilo de las tablas dos tandas de gran toreo. Mentón en el pecho, zapatillas asentadas, muñecas sueltas… Una serie por el derecho de gran empaque y otra al natural fueron los pasajes más destacados de una faena de detalles.

Se fue a recibir al sexto rodilla en tierra. Seis faroles y una media que resultó atropellada por el gran ajuste con la que lo realizó. Cuidó al animal en la lidia, sobresaliendo luego los dos pares de Manuel Odero, toreros y muy personales. La faena de muleta volvió a dejar constancia del concepto que atesora. Ante un animal noble pero de embestida informal logró dejar pasajes de importancia en una labor que pese a no ser rotunda e importante por la condición del astado, si tuvo entrega, temple y gusto. Remató su actuación con muletazos por alto muy personales, añejos, con aroma a otros tiempos.

Los tres novilleros demostraron en Sevilla que están dispuestos a ser ese revulsivo que está pidiendo la fiesta, esa nueva hornada que vienes apretando desde atrás. No perdonaron ningún quite, estuvieron variados con el percal, e intentaron conseguir el triunfo a base de temple y valor. A los novilleros se les pide que tengan ambición y que no se dejen ganar la pelea nunca, pues bien, hoy en Sevilla hubo tres toreros que mostraron sus credenciales para volver a contar con ellos en un futuro.

FICHA DEL FESTEJO

Plaza de toros de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla. Novillada con caballos. Media entrada.

Seis novillos de El Parralejo. Correctos de presentación,. manejables en conjunto pero justos de raza. Destacó el importante cuarto, con humillación, temple y gran clase, dentro de una novillada que pecó de mansedumbre.

Álvaro Lorenzo (Azul pavo y oro): oreja y ovación. 

Ginés Marín (Grana y oro): vuelta y ovación. 

Pablo Aguado (Azul marino y oro): silencio y ovación

@pablolopezriobo (pablolr89)

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