PABLO LÓPEZ RIOBO / FOTOS: EVA MORALES
Cortó tres orejas a la corrida de Ruferser de Peñaranda en un festejo en el que pudo cortar más premios de no ser por el fallo con el acero; silenciado Rui Fernandes y oreja para Leonardo.
Rui Fernandes, Diego Ventura y Leonardo Hernández trenzaban a caballo, en la tarde de este miércoles, el paseíllo en el coso de El Puerto de Santa María. Se lidiaban astados de Ruferser de Peñaranda una divisa debutante y prácticamente desconocida para el gran público. Una corrida que pese a su desigualdad en su comportamiento contribuyó al triunfo de una terna que de no ser por el rejón de muerte hubiera acompañado a Ventura en la salida a hombros. Diego rozó con sus manos un triunfo de campanillas en una de las tardes de su temporada. Hernández siguió demostrando que hay que contar con él en un escalafón al que le falta mayor apuesta para salir de la monotonía. Mientras que Rui Fernandes se mostró por encima del peor lote del encierro.
e fue de vacío en su primer oponente Rui Fernandes. El rejoneador portugués realizó una faena templada y con fases de interesante rejoneo ante el descastado abreplaza. Labor suave, en la que destacó montando aJackpot y a El Dorado. Tuvo mérito su faena debido a la rajada y sosa embestida de un toro que, aunque tuvo nobleza, pecó de sosería y falta de raza. Faena de menos a más, en la que a base de llegarle mucho consiguió momentos estimables. Su fallo en la suerte suprema silenció su labor.
Se llevó el peor lote de la tarde el portugués Rui Fernandes. El que hacía cuarto fue un toro con movilidad y cierto carácter, pero con fondo de genio, un toro que nunca tuvo franqueza y que todo lo hizo a regañadientes. Meritoria fue su labor, pese a ser desigual supo entender al animal y llegar al respetable. A lomos de Quiebro y Artista se vio lo más destacado de su labor. La faena iba camino de la oreja, pero el animal se aguantó tras darle muerte. Tras una leve petición, fue finalmente silenciado. Tarde seria y de buen rejoneo la del portugués, el cual supo entender a sus dos oponentes y realizarle la lidia correcta.
Importante actuación de Diego Ventura en su primer toro, un animal con nobleza, temple y calidad aplaudido en el arrastre. Salió con muchos pies el de Ruferser, un animal hondo que acometió con viveza. Lo paró impecablemente a lomos de Guadalquivir. Pese al ímpetu y galope del toro, lo paró en una perra gorda, recortándolo y haciéndose con el burel en apenas unos instantes. En banderillas sacó a Fino para empezar a hacerse con el toro. Dejó tres banderillas de poder a poder, dándole siempre los frentes y clavando en el mismo estribo. Tres banderillas muy jaleadas por un respetable que ya en ese momento estaba metido en la faena. Pero el cénit de su actuación vino montando a Nazarí, un caballo que a base de valor y temple se cosió al toro a la grupa, y con una sangre fría enorme le dio dos vueltas al ruedo a un ritmo acompasado, sin tirones, todo con ritmo. La plaza era un manicomio. Con las banderillas, Ventura se dejó llegar al animal una enormidad, caballo y caballero fueron uno. Siempre citó al animal de lejos, dándole las ventajas, para más tarde quebrar en la misma cara y clavar en el sitio indicado. Otra vez volvía Nazarí a dar una clase magistral de toreo. Cerró a lomos de Remate con las cortas. En la suerte suprema se volcó literalmente en el toro para dejar un rejón arriba. El astado cayó sin puntilla, la locura ya se había desatado. Incontestable fueron tanto las dos orejas para Diego como la ovación cerrada en el arrastre al animal.
Mayor importancia si cabe tuvo su faena al quinto. La exigencia y complicaciones del animal hicieron que Diego apostara por no dejarse ganar la pelea, y pese a tener la puerta grande asegurada salir a intentar triunfar con un toro que a priori no daba demasiadas esperanzas para ello. Lo recibió garrocha en mano con Lambrusco. Dos rejones de castigo le dejaron a un toro que presentaba virtudes como la movilidad y la transmisión, pero que sin embargo embestía con todo. Sacó en banderillas a Lío, otro caballo llamado a ser figura. Sus dos banderillas de poder a poder desde la larga distancia tuvieron mérito de verdad. El toro se lo pensaba, por lo que había que llegarle una enormidad, y ahí radicaba la importancia de su labor. A lomos de Bronce se acabó de prender la mecha. Acortó las distancias, clavando en un espacio mínimo. Se metió literalmente entre los pitones. El final de la faena fue colosal. Primero con Quillas, caballo joven y con un valor descomunal. Se dejó llegar al toro con una elevada eterna que sólo terminó en la cara para clavar. Luego, con Dólar ejecutó un soberbio par a dos manos sin cabezada. No por usual deja de ser grandioso. Finalizó nuevamente con Remate. Pero lo que iba posiblemente encaminado a un triunfo de máximos trofeos se quedó en una oreja. Un pinchazo y el uso del descabello dejó una faena de cante grande en una oreja. Poco premio para lo visto en el ruedo. Dos faenas que no hacen sino seguir escribiendo grandes paginas en la historia de un rejoneador que ve como esos triunfos que se gana en el ruedo no se ven reflejados en las cartelerías de ciertas plazas de toros.
Pasa por un importante momento tanto Leonardo Hernández como su cuadra. Al tercero de la tarde le realizó una interesante faena. Un animal de embestida cambiante, pero con buen fondo. Labor de menos a más. Empezó haciendo al toro montando a Enamorado, pero todo cambió con la salida de Sol, un caballo de una tremenda expresión. Banderillas siempre dándole las ventajas al toro, para luego clavar en la misma cara y llevarlo cosido a la grupa. Su actuación fue sin duda de las mejores de toda la tarde. Posteriormente a lomos de Xarope la faena continuó al mismo nivel. Sus espectaculares banderillas con el caballo citando de lejos calaron en un público que se entregó totalmente a la faena. Cerró su actuación a lomos de Giraldillo. La oreja fue un justo premio a una labor interesante.
Otra buena faena dejó Hernández en el sexto de la tarde. Otro toro con interés por su movilidad, pero al que le faltó como a algunos de sus hermanos mayor clase y entrega. Lo mejor de su actuación vino a lomos de Calimocho y Xarope. Antes con Despacio y su toreo de costado empezó a captar el interés del respetable. Con Calimocho conectó rápido con el tendido por su gran expresión y torería, mientras que con Xaraope, como hiciera en su anterior actuación, se metió al respetable en el bolsillo por su gran valor y temple. Tenía la oreja en la mano, pero el descabello le dejó sin la ganada y ansiada salida a hombros. Hubo petición, no atendida por la presidencia. Leves palmas recibió el rejoneador en reconocimiento buena a su labor.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de El Puerto de Santa María (Cádiz). Cuarta de abono. Corrida de rejones. Media entrada.
Toros de Ruferser de Peñaranda. Bien presentados y de juego desigual.
Rui Fernandes: Silencio y Silencio.
Diego Ventura: Dos orejas y Oreja.
Leonardo Hernández: Oreja y Palmas.
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