PABLO LÓPEZ RIOBOO
Manzanares dejó dos cambios de mano que sin duda alguna deberían ser plasmados y exhibirlos en cualquier museo del mundo.
Despacioso, a compás, casi sin aparente esfuerzo vuelan las mariposas, parece que se para el tiempo cuando baten sus alas, se mueven parsimoniosas por el cielo, abriendo un surco, dibujando una silueta, desplazándose de un lado hacia otro con suma delicadeza.
Esa delicadeza que le imprimió Manzanares a una obra colosal ante un toro de unas virtudes excelsas de Matilla. Toreó el alicantino con mimo, temple gusto…, pero su obra quedará para el recuerdo por dos muletazos eternos que convirtió en sendos cambios de mano de gusto exquisito. Se enroscó al codicioso animal a la cintura, se lo llevó detrás de la cintura en dos cambios de mano de una belleza y garbo fuera de toda duda. El tiempo parecía no pasar, aquello parecía eterno.
Como bate las alas una mariposa trenzó Manzanares dos cambios de mano que sin duda alguna deberían ser plasmados y exhibidos en cualquier museo para mostrar al mundo que las obras deben quedar perennes, ya sea en la cabeza del aficionado o colgado en la pared de un museo, sin duda alguna la obra la hubiera firmado hasta el mismo Picasso.
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