PABLO LÓPEZ RIOBOO / FOTOS: EVA MORALES
Enrique Ponce -que indultó un encastado y bravo cuarto de La Palmosilla- José María Manzanares y Roca Rey salieron a hombros con lleno en los tendidos.
Enrique Ponce, José María Manzanares y Roca Rey hacían el paseíllo en la tarde de este domingo en la feria de la Manzanilla de la localidad gaditana de Sanlúcar de Barrameda. En el cartel, seis toros de La Palmosilla esperaban en los chiqueros. Algo más tarde de las siete arrancaba el paseíllo con las ilusiones de todos las presentes intactas. Dos horas y cuarto después el objetivo se había cumplido, una vez más Sanlúcar volvía a vivir otra gran tarde de toros.
El primero de la tarde fue un noble y enclasado animal de La Palmosilla al que Enrique Ponce le realizó una faena basada en la templanza. No tuvo exceso poder el animal, por lo que la labor del de Chiva tuvo que ser medida. Lo lanceó con gusto a la verónica, para posteriormente llevarlo con torería al caballo. Por el derecho la tomaba humillado el toro, y por ahí vinieron los compases de más calidad de su obra. Por el izquierdo, sin embargo, tendía a soltar la carita y a no querer irse tras los vuelos. Jugó Ponce con las distancias y las alturas para acrecentar las virtudes del enclasado abreplaza, esas que le dejaron firmar una obra de buen corte. Fue una labor más de acompañar que de dominar, ya que al estar medido de fuerzas todo tuvo que ser a favor del toro. Cerró con sus características ‘Poncinas’. Tras una buena estocada paseó un apéndice del interesante animal venido de tierras tarifeñas, el cual fue ovacionado en el arrastre.
Tuvo la virtud de la movilidad y la franqueza el segundo de la tarde, un toro que pareció acusar en su faena de muleta un malestar sufrido por un posible calambre. Manzanares le dio distancia, lo cuidó en una primera mitad de faena de toreo a media altura. El de La Palmosilla tendió a meterse por dentro en algún muletazo por el lado derecho, embistiendo en esa ocasión en línea recta. Se gustó una enormidad en los pases de pecho y en los cambios de mano. Se fue viniendo arriba el animal en la segunda parte del trastero, lo que propició que el alicantino si pudiera bajarle la mano y apretarle más al animal. Ahí rompió literalmente una plaza entregada al toreo acompasado de Manzanares. Pese a dejar una estocada caída se le concedieron las dos orejas. Palmas para este segundo en el arrastre. Un toro agradecido y con fondo.
Con genio y temperamento se puede definir al tercero de la tarde. Un toro al que se acabó imponiendo Roca Rey. Tuvo exigencia este tercero, un toro que nunca fue metido en la muleta. A base de valor seco y mucha verdad acabó el peruano por sacarle buenos muletazos al agrio animal de La Palmosilla. Labor solvente, con ese punto de improvisación y frescura que lleva a gala este incipiente torero. Faena meritoria que acabó por convencer a todos los presentes. Tuvo Andrés que tirar de firmeza de plantes y temple en sus muñecas, así vino una serie maciza en la que consiguió ganarle la pelea al animal y poder luego finalizar el trasteo con su característico arrimón. Tras la estocada paseó una oreja.
Carasucia lleva por nombre el cuarto de la tarde, un toro que salvó su vida gracias a su encastada e incansable embestida. Un animal que empujó con casta y clase en sus dos entradas al peto, para posteriormente vender cara su muerte en la muleta de un Ponce que supo canalizar su vibrante y repetidora embestida. Toro pronto, alegre, con esa embestida de bravo, esa que le hace no saliese de la muleta. Una embestida incansable, quizás con un puntito de aspereza. Esa aspereza que fue derivando en entrega gracias a la muleta del torero de Chiva. Ponce se entregó de principio a fin en una faena en la que nunca pudo relajarse, ya que la ejemplar propiedad de Javier Núñez no permitía relajaciones, había que llevarlo sometido y empapado de muleta. Parte de la clave de la faena fue su comienzo por bajo sometiendo al animal, así como una serie con la rodilla genuflexa sacándose al toro al tercio. Faena de torero inteligente, le apretó cuando hubo que hacerlo y le alivió cuando era necesario, pero a la que le faltó un punto de ajuste con el toro. El público pidió unánimemente el indulto y esté fue concedido por el usía. Vuelve a casa Carasucia, un torrente de entrega y bravura, un toro que vendió cara su vida.
De embestida informal fue el quinto, un toro que tuvo virtudes pero que nunca acabó de romper. El saludo capotero del alicantino tuvo la premisa del empaque y la torería. Tuvo mayores y mejores embestidas por el izquierdo, pitón por el que siempre quiso ir humillado el intentando coger los vuelos de la muleta. Tuvo franqueza y humillación por ese pitón. Por el derecho repuso, nunca fue de verdad. Manzanares se la presentó siempre suave, perdiéndole un pasito cuando era necesario y soltando muñecas para que sus yemas de los dedos pulsaran suavemente la embestida. Faena intermitente, pero de buenos de un Manzanares que dejó chispazos de su personal toreo al natural. Tras pinchazo y estocada saludó una ovación.
De deslucido comportamiento fue el sexto, un toro desrazado que acabó rajado. Expuso mucho el peruano en una labor de un gran dominio. Se puso en el sitio, lo trató como si fuera bueno, apostando por un animal de nula entrega. Esa entrega que puso en todo momento un Andrés que es todo ambición. El final de faena con el toro ya en tablas caló en el respetable. Tras pasaportar al animal paseó una oreja. Se fue con dos orejas de Sanlúcar un Roca Rey que hoy no puso sacar a relucir su mejor toreo, pero que sin embargo supo sobreponerse a las embestidas de un lote que no se prestó para el triunfo.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de Sanlúcar de Barrameda, Cádiz. Corrida de la feria de la Manzanilla. Lleno en los tendidos.
Toros de La Palmosilla. Desiguales de presentación y juego. indultado el 4º de la tarde de nombre «Carasucia»
Enrique Ponce (Celeste y oro): Oreja y dos y rabos simbólicos.
José María Manzanares (Rioja y oro): Dos orejas y ovación con saludos.
Roca Rey (Turquesa y oro): Oreja y oreja.