TEXTO: Pablo López Rioboo – FOTO: Emilio Méndez

Festejo pleno en el que Octavio Chacón, Emilio de Justo y Pepe Moral salieron a hombros junto al ganadero y al empresario Carmelo García en una tarde de gran exigencia por parte de toros y toreros.

La localidad gaditana de Sanlúcar de Barrameda acogía, en la tarde de este 24 de agosto, un festejo de carácter magallánico en el que hacían el paseíllo Octavio Chacón, Emilio de Justo y Pepe Moral ante un encierro de Victorino Martín.

Octavio Chacón tuvo delante en primer lugar un humillador astado de Victorino Martín, ejemplar que fue a más a menos durante su lidia y que acabó rajadito. Solvente y templado con la capa el torero gaditano. Con la muleta destacó al natural, por ahí llevó largo a un animal con virtudes. Por el derecho dejó pasajes de buen corte. El animal pese a salir muchas veces desentendido de la suerte si tuvo franqueza y entrega cuando iba metido en los chismes. Faena para aficionados, en la que fueron fundamentales tanto los terrenos como las alturas. A mitad del trasteo sufrió una fea voltereta en la que estuvo a merced del animal. Cerró de forma muy torera una faena rematada con una gran estocada. Dos orejas y ovación al interesante ejemplar venido de las Tiesas.

El cuarto de la tarde fue otro toro con matices y aristas que el matador tuvo que entender e ir poco a poco superándolas. Un ejemplar que ya de salida humilló mucho en los capotes pese a no tener un recorrido excesivamente largo. Chacón apostó por el victorino desde un principio pese a llegar a la muleta aún por definir. Le dio sus tiempos, le exigió cuando tuvo que hacerlo y lo alivió cuando creyó oportuno. Pese a ello el animal nunca se entregó de verdad. Octavio se puso en el sitio por ambos pitones en una faena de gran exigencia. No perdonaba el más mínimo fallo. Le tragó mucho el gadinano, el cual no quería irse a por la espada hasta poder cuajar una tanda como el quería. Y así lo hizo en una última serie llena de entrega y torería que caló mucho en el respetable. Tras la estocada paseó las dos orejas. Cuatro en total para redondear una gran tarde.

Emilio de Justo demostró en Sanlúcar su condición de torero con mayúsculas, ante un victorino de geniuda y arisca condición. Le plantó batalla, tragó lo indecible y supo sacarle las embestidas que llevaba dentro. Labor seria, de torero en sazón. Por ambos pitones se jugó la vida en un trasteo de cara o cruz. Se ha convertido De Justo en un torero de gran predicamento entre los aficionados, hoy en su tierra de adopción cruzó nuevamente la raya, esa que día tras día y salga el toro que salga no duda en pasar. La estocada fue la firma perfecta para una faena en la que la exposición, el conocimiento y el valor fueron las notas predominantes de la faena. Nuevamente el extremeño se entregaba en cuerpo y alma a un toro que nunca fue de verdad, un ejemplar que anduvo siempre detrás de la mata. Oreja de ley para un De Justo que no se dejó nada en el hotel. 

En el quinto llegó el trasteo con mayor fondo de Emilio, fue ante un victorino al que había que llegarle mucho, un toro exigente, de esos que pesan en la muleta. Apostó el extremeño y ganó. Fue un animal que en las primeras series embistió con cierto temple a derechas pero que se fue viniendo a menos hasta acortar su viaje. Se puso en el sitio, ahí donde los toros embisten o te mandan a la enfermería. Se la dejó siempre puesta, con las zapatillas asentadas y el temple como bandera. Aguantó miradas y probaturas para decir ¡aquí estoy yo!. Pese a la condición del astado sacó muletazos hondos, en el que intercaló unos en línea recta con otros detrás de la cadera. Todo lo hizo con la máxima verdad y pureza como ya es habitual en su concepto. Hubo un pase de pecho al ralentí, de esos de guante de seda que duró una eternidad. Faena que no perdió intensidad en ningún momento ante un toro que pedía suavidad pero también mando, los toques bruscos lo desordenaban. Faena inteligente, de torero cuajado. Tras la estocada le fue concedida la oreja que le abría la puerta grande.

De desordenada e informal embestida resultó el tercero, un toro que nada más salir levantó las tablas provocando el desconcierto en el callejón. Recibió dos puyazos para entre otras cosas intentar bajarle los humos y limar su genio. El de victorino no quiso nada a zurdas, acortando el viaje y embistiendo por encima del palillo, sin embargo por el derecho si tuvo cierta nobleza y entrega. Moral canalizó por ahí las mejores embestidas de un trasteo desigual. Una faena a la que le faltó alma. Tras una estocada trasera y dos descabello saludó desde el tercio.

La locura se vivió para cerrar el festejo con la faena de la tarde, una sensacional obra por parte del mejor Pepe Moral de la temporada. Ya en el saludo a la verónica templó y acompañó las embestidas del codicioso animal. ‘Milhijos’ le devolvió la fe en sí mismo a un Moral que en este sexto volvió a ser ese torero que enamoró a Sevilla y que convenció a todo una afición. Empujó el toro en varas y galopó en banderillas. Moral dejó una de esas faenas al ralentí, de muleta arrastrada y exigencia máxima. Cuajó por ambos pitones el de los Palacios a un toro de nota, un animal que se ganó la vida gracias a una bravura excelsa, esa que tienen los elegidos. Embistió gateando, se dejó el alma buscando la pañosa por el albero, siempre con un ritmo sostenido que dejó a Moral acariciar su brava embestida. Se redujo en cada muletazo, embistiendo con los riñones. Cuanto más se le exigía mayor era su entrega. Faena que se vivió con pasión desde el tendido. ‘Milhijos’ y Pepe Moral escribían una historia que los allí presentes jamás olvidarán. Pepe sacó de dentro de su ser ese toreo que parecía tener olvidado, ese que le puso en el camino no hace tanto y que sin embargo desde hace un tiempo no conseguía plasmar en el ruedo. El sevillano llevaba un tiempo caminando por el desierto, sin encontrarse a si mismo, pero hoy ese Moral que tanto añoraban los aficionados volvió a salir, ojalá no se vaya nunca. Sanlúcar quería perdonarle la vida ‘Milhijos’, un animal de tanta bravura y nobleza no podía morir en la arena. Y salió el pañuelo naranja, ese que le salvaba la vida, ese que hacía justicia por lo visto en el ruedo. ¡Larga vida al rey!.

FICHA DEL FESTEJO

Plaza de toros de Sanlúcar de Barrameda (Cádiz). Corrida de toros magallánica. Más de tres cuartos de entrada. Toros de Victorino Martín. Correctos de presentación, bravos y exigentes. indultado el sexto, de nombre «Milhijos»

Octavio Chacón: Dos orejas y dos orejas. 

Emilio de Justo: Oreja y oreja. 

Pepe Moral: Ovación y dos y rabo simbólicos. 

INCIDENCIAS: Tras romper el paseíllo se guardó un minuto de silencio previo a las notas del himno nacional

@pablolopezriobo (pablolr89)

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  • Don Pablo me agrada mucho la forma amena como lleva las crónicas, no perdiendo el interés que uno espera de esa narrativa del espectáculo donde cada uno de los componentes tiene su crédito.
    Soy un lector agradecido ubicado en Maracay tierra de toreros en Venezuela, que al leerlas me siento como un espectador más del espectáculo, gracias mil gracias .

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