TEXTO: Pablo López Rioboo – GALERÍA: Arjona
Juan Pedro Domecq es de esos ganaderos que le tiene tomado el pulso a los corrales de Sevilla. Un hombre que sabe que toro es el que embiste en su casa. Porque para embestir bien, las hechuras son básicas para ello. Un ganadero que sabe que el toro de las 12 de la mañana debe estar íntimamente ligado al de las 5 de la tarde. Algo por otro lado más que razonable. Pero todo esto no tendría sentido si luego la corrida no aprueba el fielato del respetable. Hoy a la corrida le faltaron finales, raza, al fin y al cabo lo que llamamos bravura. Esa bravura que si dejaron patentes en el ruedo ‘Nebli’ y ‘Mocito’ , dos toros por otro lado construidos para embestir. Sevilla no se fue contenta con lo visto pese a que segundo y sexto elevarán la nota de la corrida. Por ello no aprobó a una divisa a la que hay que exigir mucho más. El lugar que ocupa en el toreo obligan a ello.
En segundo lugar saltó al ruedo uno de los toros con mayor clase de lo que llevamos de feria. Un ejemplar que se fue a los vuelos nada más abrirse de capa. Se durmió en embestidas francas y entregadas por el izquierdo. Animal de hechuras soñadas. Se le cuidó en varas, pero en ningún caso por su justeza de raza, sino por el poder. Animal con bondad y franqueza en sus embestidas. Hubo una de ellas a derechas de una clase extra, en la que se redujo buscando los vuelos. Toro al que había que perderle un pasito entre muletazo y muletazo por su justeza de fuerzas. Aprendió a moverse con ese hándicap, atemperandose tras la pañosa. Por el izquierdo mantuvo la condición que marcó en el caballo y durante su lidia. Pese a faltarle ese final de muletazo, sus embestidas eran las idóneas para torear despacio, que al fin y al cabo es lo más difícil en el toreo. Quiso más que pudo un animal interesante. Pena de fuerzas que no dejaron que desarrollase todo lo que llevaba dentro.
El otro toro destacado fue ‘Mocito’ , sexto de la tarde. Un toro con movilidad y buena clase de Juan Pedro. También medido de fuerzas que en el capote no acabó de romper al querer aburrirse al final del lance. Tuvo buena pelea en el caballo en dos puyazos en los que empujó con clase. Se vino arriba tras pasar por el peto, ganando en movilidad y temple. Acertó Manzanares en no obligarlo en los primeros muletazos, siendo estos en línea recta y a media altura. Pronto, con nobleza y fijeza fue este sexto, un toro que sacó humillación pero que tuvo mayor largura a zurdas. Por ese pitón mantuvo virtudes. No se le podían pegar tandas largas, de ahí que fueran 3-4 y el de pecho. Fue perdiendo gas y largura en el muletazo conforme avanzó la faena. Un ejemplar que al igual que su hermano lidiado en segundo lugar tuvo unas grandes hechuras.
Esas hechuras que compartieron sus hermanos, una pena que por dentro no tuvieron lo que busca con ahínco Juan Pedro. Poco fondo tuvo el primero, un animal que salió sueltecito pero que tuvo temple a media altura en el capote. Desigual fue su pelea en varas para llegar luego a la muleta sacando a relucir su temple y nobleza a derechas, dentro de una embestida irregular y tardía. Destacó una serie en la que si se empleó más el animal, alargando su tranco y humillando algo más, pero su raza al límite privó de una continuidad en sus embestidas.
No tuvo ni fuerza ni raza el tercero de la tarde, un animal que ya desde salida evidenció esos dos defectos. Todo se le tuvo que hacer a media altura, ayudándole y no exigiéndole. Embistió en ocasiones dando saltitos y de forma irregular. No quería sometimiento.
El sobrero que hizo cuarto fue un toro que tuvo transmision, un ejemplar con mayor temple que entrega en sus embestidas a media altura. Mostró geniecito en el peto para llegar al tercio de muleta con movilidad. Tuvo mejor inicio que final de muletazo, soltando la cara cuando se sentía sometido. Por el izquierdo fue atempetandose conforme fue avanzando la faena. Animal que pedía ir siempre enganchado. Por ese pitón tuvo mayor entrega pese a no romper del todo.
Tampoco levantó el vuelo de la tarde el quinto, otro animal con poca chispa. No se le pegó nada en el caballo debido a que no andaba sobrado de fuerzas. Por el derecho tuvo una movilidad poco entregada, calamocheante, lo que hacía muy difícil que no enganchara la muleta. Por el izquierdo tuvo mejor condiccion, cuando llevabas enganchado se reducía en su embestida, pero la ya mencionada falta de raza fue un lastre imposible de superar. Animal que nunca se llegó a salir del muletazo pese a humillar en alguna fase de la faena. Otro toro de Juan Pedro que no convenció al respetable.