Jerez vivía su primer festejo de una atipica temporada de verano, un día en el que se erigió como triunfador un Ortega que día tras día está consiguiendo ser ese torero cuajado que busca desde que dio sus primeros pasos. Unos pasos que dejaron huellas más profundas desde aquel triunfo en Linares.
Tiene Ortega ese don de torero con sello propio, ese que tiene en la naturalidad y la suavidad su mayor valedor. Citar siempre de frente con las zapatillas atornilladas al albero, dando el frente y citando para llevarse el toro tras la cadera. Obviar el toreo en línea para hacerlo de forma circular. Hoy Ortega soñó con torear despacio, con poder regalarle a Jerez ese toreo majestuoso que ya disfrutaron en otras plazas. Hoy Ortega fue ese Ortega que Jerez quería ver. Decir Jerez es decir Julián Lopez ‘El Juli’. Un toreo que siente este rincón del sur del sur como suyo, y que hoy pese a no tener una tarde redonda si pudo desplegar ese toreo que lleva dentro y que salió cuando maduró y pasó de promesa a realidad. Esa realidad en la que hace tiempo se convirtió Roca Rey. Ese peruano que volvía a Jerez para seguir ganando adeptos, esos que hoy se fueron sin verle salir a hombros pese al esfuerzo mostrado. Disposición toda, pero quizás faltó algo más, un pasito, un escalón para que su tarde fuera rotunda. Hoy Ortega salió triunfante de un festejo en el que sus compañeros no pudieron acompañarle en loor de multitudes. La tarde se escribió en verde y oro.
Meció su capotito Ortega para cuajar a la verónica al segundo de la tarde, un animal medido de fuerzas. Su recibo de capa tuvo la premisa del empaque y la suavidad ante un animal que pese a faltarle un puntito de humillación la tomó con cierto ritmo. Tuvo enjundia y torería su inicio por bajo, en el que volvió a sobresalir su guante de seda. A derechas toro y torero se sintieron más cómodos en un trasteo que caló en los tendidos. Tuvo clase y buen embroque el de Jandilla, tomándola con clase y humillación cuando se le llevaba enganchado. Por el izquierdo tenía más teclas el animal, protestando si no se le aliviaba al final del muletazo. Poco a poco fue el sevillano limpiando esos defectos hasta conseguir una serie en la que pudo cogerle el ritmo a zurdas al animal. Volvió a la derecha para plasmar dos series de buen trazo, en el que toreó al animal con la panza, siempre dándole los frentes y llevándoselo tras la cadera. Ortega estaba sintiéndose ante un toro con nobleza. Un toro agradecido cuando se le hacían las cosas bien. Quizás el animal de mayor nota dentro de un encierro al que le faltaron finales. No defraudó Ortega en un trasteo con el sello de la naturalidad premiado con una oreja.
Como sobrero en quinto lugar salió un castaño de la estrella que tampoco se entregó en el recibo de capa, un animal que embistió a media altura, el cual sin embargo empujó humillado al peto. Todo lo quiso hacer con suavidad Ortega, un torero con la premisa del temple, tiene como primer mandamiento no violentar a los animales. Ese temple que dejó en un quite por chicuelinas con sello de autor. Se vino arriba el animal en banderillas, sacando celo y movilidad en un tercio donde tuvieron que saludar Andrés Revuelta y José Ángel Muñoz ‘Perico’. Volvió a dejar un inicio de faena de gran personalidad con muletazos por alto barriendo el lomo del animal, el cambio de mano fue un cartel de toros. En sazón vimos a un torero que lleva por vitola la bandera del temple. Siempre dándole los frentes al animal, con las zapatillas asentadas y las muñecas sueltas. Toreó con las yemas a un animal venido a menos. Fueron muletazos de uno en uno, pero todos buscando la profundidad a través de la caricia. Dejó patente su gran concepto del toreo. Destacando en una tanda a derechas de gran compás, pero el toro se vino a menos. Porfió sin salirse de su concepto. Por ambas manos pulseó a un animal que se sentía a gusto en la media distancia. Fueron contados los muletazos, toreó dentro y fuera de la cara del animal, llenó el escenario en una labor de detalles muy toreros. Su final de faena con el toro venidos a menos fue una vuelta a los orígenes. Molinetes, trincherillas, desplante, e incluso un kirikikí, todo con un aire que nos recordó a la Sevilla antigua, esa de donde beben los grandes toreros. Mató de una gran estocada y paseó la oreja que le abría la puerta grande.
El cuarto fue otro animal de Jadilla muy bien presentado, con su cara por delante bajo de cruz y bonito de hechuras. Un astado que no se dejó en el capote, empujó con un pitón en el caballo y esperó en banderillas. Un animal con el que tiró de paciencia y conocimiento el madrileño. Antes había dejado Julián un garboso quite por chicuelinas con el compás abierto. Soltó muñecas en un inicio de faena de gran suavidad y temple. Se le intuía nobleza al animal, por ahí fue tirando El Juli para construir su faena. Siempre con la muletita adelantada y ganándole medio pasito, aliviando al animal a mitad de muletazo para así acrecentar sus ganas de embestir. Muy metido el torero en un trasteo en el que los muletazos fueron de uno en uno, jugando siempre con las alturas y las distancias. Se olvidó del público y toreo para si mismo en una faena para aficionados, a la que le pudo faltar un punto mayor rotundidad por la condición del Jandilla. Agradecido un astado que pese a su sosería si se entregó al matador debido a su fondo de nobleza. Le atacó Juli en las postrimeras de su labor para dejar una serie templada a media altura en la que el animal sacó ritmo y buena clase, pero su justeza de raza no ayudó. Tras una estocada en buen sitio paseó la oreja.
Lidió Julián antes un primer astado de Jandilla con el motor de la raza medida, un animal también con la fuerza al límite con su hermano devuelto en primer lugar. Un trasteo basado en la templanza y las alturas, en la que el madrileño nunca pudo apretar a un toro con más recorrido por el lado derecho. Por ahí basó su faena el madrileño, dejando una labor que se fue diluyendo por la falta de fondo del Jandilla. Por el izquierdo tendía a quedarse cortito. Acabó en la distancia corta antes de pasaportar al animal de una estocada casi entera que lo tiró sin puntilla. Saludó una ovación en reconocimiento a su labor.
Manseó de salida el nobletón sexto de Jandilla, un astado que no se entregó en los primeros tercios, haciendo amagos de irse a tablas sino no le tapabas la salida. Apostó Roca por el de Jandilla pese a estar en el filo de la navaja. No ayudó su inicio por alto pegado a tablas, ahí el toro pareció afligirse, pero el peruano no quería irse de vacío y aprovechó esa humillación y cierta inercia para dejarle la muleta puesta y tirar del astado. Consciente que se quedaba sin toro se lo sacó a los medios, allí apostó por bajarle la mano en dos series de buen metraje, pero el toro lo acuso y empezó a acortar el viaje hasta apagarse como una velita. Levantó al personal en un final de faena de gran exposición. Una gran estocada tiró al animal sin puntilla, otorgándole la presidencia la oreja pese a la petición unánime del respetable de la segunda oreja.
El tercero fue un toro que ya desde salida evidenció su falta de clase, un animal bajo pero pelín ahogadito de cuello al que Roca Rey dejó un ajustado y variado quite capote a la espalda que llegó mucho al respetable. Se la jugó Roca Rey en un estoico inicio ante un animal aun sin definir pero con la virtud de la movilidad y la transmisión. Imantó al Jandilla en su muleta para poco a poco ir metiéndolo en el canasto a base de imposición. Siempre con la muleta planchada por delante fue construyendo un trasteo de gran mérito. Por el izquierdo tuvo ciertas complicaciones, embistió en línea recta, soltando la cara a mitad del muletazo. Volvió a derechas con el toro ya a menos, por ahí con el toro más sometido tiró de las distancias cortas, lugar donde se siente como pez en el agua, ante un toro que tuvo vibración y emoción pero al que le faltó mayor entrega y clase. Toro más de público que de torero el encastado animal de Jandilla. Se atascó en la suerte suprema sonó un aviso y perdió la oreja que tenía ganada.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de Jerez de la Frontera (Cádiz). Primera de abono. Corrida de toros. Casi lleno en el aforo permitido.
Toros de Jandilla, incluidos los sobreros lidiados en 1º y 5º lugar. Nobles, blandos y de juego desigual. A la corrida le faltó fondo.
El Juli: Ovación y oreja.
Juan Ortega: Oreja y oreja.
Roca Rey: Silencio tras aviso y oreja.
INCIDENCIAS: Se guardó un minuto de silencio, tras sonar los acordes del himno nacional, por las víctimas del Covid, así como por Teodoro Matilla y Borja Domecq. Se desmonteraron Andrés Revuelta y José Ángel Muñoz
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