PABLO LOPEZ RIOBOO @pablolopezriobo
Hace cuestión de poco más de un mes, echaba el cerrojo la temporada taurina en el continente Europeo, un 2013 con cosas muy positivas como la consagración de Iván Fandiño, la irrupción de Juan del Álamo, la gran campaña de Morante de la Puebla… el buen nivel ganadero de Divisas tan distintas como Victorino Martín, Daniel Ruiz, la Quinta o Miura entre otras, una temporada que sin embargo contó con noticias tristes, como la grave cogida de «el Niño de Leganés» en Sevilla o las cornadas a jóvenes novilleros, además de una crisis galopante, que se está cebando con la tauromaquia de forma brutal.
Como dije antes, la temporada se acabó en Europa y es época de campo, de entrenamientos, de idas y venidas hacia el continente americano, de descanso del guerrero ante un 2014 importantísimo, pero de lo que quiero hablar ahora es de campo, del otoño-invierno, del disfrute con los tuyos, de la belleza del Toro Bravo en su ecosistema.
En estos meses donde el frio, la lluvia, e incluso la nieve hacen su aparición, el campo bravo está en pleno auge, tentaderos, herraderos, saneamientos, vistas de veedores, la actividad no para, con lo que los ganaderos tienen tiempos de ajetreo y trabajo.
En esta época del año son muy típicos los herraderos de machos y hembras, esta labor tiene un sentido importantísimo en la ganadería, ya que los animales pasan de ser un simple número de crotal, para convertirse en un animal con datos propios, podríamos decir, que el herradero es el DNI de los animales.
También es época de saneamientos, práctica que se suele hacer varias veces al año en las ganaderías, esto consiste en sacar sangre a los animales, analizarla y ver si están sanitariamente aptos y fuera de cualquier tipo de enfermedades como «tuberculosis» «Brucelosis”…, digamos que es un control preventivo para la detección y control de posibles enfermedades y contagios en la cabaña brava.
En los meses de invierno, el torero no descansa y acude a las ganaderías para bien seguir con la puesta a punto de la temporada siguiente, o prepararse para compromisos en la américa taurina, por eso es época de tentaderos, tanto de machos como de hebras, donde el ganadero calibra la bravura de sus reses y decide si van al matadero o por el contrario se quedan en la ganadería. Es una de las faenas más importantes, ya que el futuro de la ganadería está en faenas como estas, donde los animales demuestran si son o no bravos.
En los meses de otoño-invierno también hay faenas de campo muy hermosas, los becerros empiezan a nacer, su identificación y seguimiento es muy importante, son el nuevo eslabón de la ganadería, también hay que destacar faenas camperas importantísimas, como son la elección de los lotes de vacas y su semental, he aquí otra faena de suma importancia en la ganadería, la elección de un semental con unas vacas determinadas puede cambiar el ciclo de la ganadería, por lo que los ganaderos cuidan con sumo esmero la elección de dichos lotes.
En estos meses en los que la actividad pasa de la plaza al campo, los veedores de las empresas o de los toreros visitan las ganaderías para reseñar los animales a lidiarse en la temporada siguiente, el veedor y el ganadero consensúan sobre cuáles son los animales idóneos y los apartan de sus hermanos, tras esta visita, tanto ganadero como veedor se volverán a ver varias veces para ver el desarrollo morfológico de los animales, ya solo queda esperar, que lo animales coman y se desarrollen bien, para así llegar a la plaza de Toros en perfectas condiciones.
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