PABLO LOPEZ RIOBOO @pablolopezriobo

En pocas fechas he asistido, por suerte, a varios Festivales que se han celebrado en localidades, muy taurinas, próximas a Sevilla.

El primero, celebrado el  13 de Octubre, en la singular localidad marismeña de La Puebla del Río, y siempre bajo el “sombra protectora” de los Hermanos Peralta; un grupo de acreditadas figuras del toreo, tanto de a pié como  a caballo con la colaboración de un jovencísimo aspirante, a plaza llena, “jugaron al toro” entre el disfrute generalizado de la concurrencia.

Recientemente el 16 de Noviembre, en el coso de Espartinas se celebró un Festival organizado por la Hermandad del Rocío de Triana, en el que un debutante rejoneador de casta, compartió cartel con seis no menos jóvenes “promesas del toreo sevillano”; dejando todos un generoso sabor de boca entre aficionados y público en general.

Voluntariamente he excluido los nombres de los participantes, para darles igualdad en mi comentario, no son ellos, sino el formato de la celebración: El Festival Taurino, el que motiva este artículo.

Cómo disfrutó el respetable, y cómo fue respetado por todos los intervinientes; desde los ganaderos –quizá suerte de estos tiempos difíciles en los que las camadas se quedan largas…- pasando por comprometidos subalternos, para concluir en los protagonistas en cada caso, que se entregaron generosamente lejos de “salir del paso”, haciéndose cómplices y intérpretes de la Fiesta.

Y bien digo Fiesta, porque lo que en los dos Festivales se vivió, fue una manifestación de la Fiesta de los Toros, conforme el diccionario de la Real Academia establece: Reunión de gente para celebrar algún suceso, o simplemente para divertirse.

Tanto la apasionada concurrencia en La Puebla, como el festivo y familiar público de Espartinas, salieron muy satisfechos y complacidos de haber sido testigos de sendos episodios taurinos “menores”, pero que hacen afición y acercan al público a nuestra Cultura.  Si acaso –habida cuenta de la condición mayoritaria de aficionados entre el público de La Puebla; y del ambiente familiar vivido en Espartinas– es en esta localidad del Aljarafe donde mejor labor de captación se desarrolló; grupos de chiquillos en los tendidos, reuniones de amigos, entre los que abundaban personas que, no siendo ajenas o contrarias a la Fiesta, apenas frecuentan este mundo. Y que en los caso que he conocido, salieron muy satisfechos de haber decidido acudir a la Plaza de Toros, entonces por apoyar una causa benéfica, quién sabe si mañana por afición…

Por eso entiendo hay que impulsar los Festivales, combinando figuras consagradas con noveles ilusionados aspirantes, de manera que lo que para algunos pueda ser un entrenamiento, para otros sea escuela y para la Fiesta una promoción, permitiendo –con unos precios competitivos- que las familias, los amigos, en fin la Gente, se acerque al Toro, y no vea –desde fuera- este mundo como un reducto ajeno y obsoleto, sino una afición viva y joven, que se renueva, y lucha por continuar en pié en pleno siglo XXI: Más Festivales !

@pablolopezriobo (pablolr89)

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